
Durante las vacaciones de fin de año, algo que realmente valió la pena fue la variedad y lo novedoso de la comida. Desde el pollo rostizado cuando el hambre nos mataba hasta la experiencia de probar el pez espada, que por cierto no fue del agrado de algunos. Ángel se encargó de deleitarnos con su sazón y al fin pude comprobar que lo que se ve bueno en las fotos, también sabe bien, un 10 para su cocina. Le dimos a los ostiones, a los tacos al pastor, a los chilaquiles, al swordfish, a los sopesitos, a la sierra, a los camarones, a los cocos, al pollo, etc. Obviamente la panza me volvió a crecer, pero podría acostumbrarme a tenerla, con tal de que la buena vida continúe.